10 claras de huevo (310 g)

200 g de azúcar

25 g de azúcar vainillado

110 g de harina de trigo tamizada

1 cucharadita de cremor tártaro

1 pellizco de sal

azúcar glass para decorar

Precalentar el horno a 175º C. 

Si tu molde no es desmontable como el mío, forra la base con un poco de papel de horno. 

Colocar las claras en un bol lo suficientemente grande para montarlas. Añadir un pellizco de sal que, además de potenciar los sabores, nos ayudará a montar las claras. Añadir la cucharadita tamaño café de cremor tártaro y montar con las varillas eléctricas. Cuando las claras blanqueen, ir añadiendo el azúcar poco a poco hasta incorporarlo por completo. Cuando las claras estén brillantes y firmes, dejar de batir. Añadir la harina, previamente tamizada, poco a poco.  agregando las cucharadas de una en una, mezclando con movimientos envolventes hasta tener toda la harina incorporada.

Verter la masa en el molde sin engrasar y llevar al horno a media altura, con calor arriba y abajo. En mi caso se ha cocinado en 35 minutos, pero si lo quieres más dorado, déjalo unos minutos más. Pincha para comprobar que se ha cuajado por completo. Si el pincho sale limpio, deja que se enfríe boca abajo. 

Una vez frío, pasar  cuchillo por el borde, tanto interior como exterior, para despegarlo. Hay que tener cuidado de no romperlo. Voltearlo encima de una bandeja y espolvorear la superficie con azúcar glass al gusto.